sábado, 21 de febrero de 2009

PRETENSIONES DE UN ANÓNIMO

Maldito Sabina.


Te escabulles entre melodías rectilíneas, melodías flojas y forzadas a tu voz, farsante. Lo siento, pero eso no es cantar.

Tu voz ocupa demasiado espacio, la reverberación no hace magia, la buscas para esconderte, pero no es suficiente; es demasiado, no dejas para lo demás. Quizá te lo aceptara si de ese espacio, medio no fuera pura distorsión, esa, la que dan los vicios. Tu voz va en forma ascendente a la desaparición, ya casi no te entiendes.


Ojo. Eres puras letras y guitarritas, aunque ni las guitarras ni las letras se escuchen claro.
Sabina, maldito. Qué pretendes detrás de esa imagen de cigarrillos y sombreros, de gente mayor con actitudes de niño, procurando dar respuestas a cada rasquiñita que nos molesta.


Ese que debe canciones y las dedica dentro de ellas mismas. Invéntate algo mejor. Ese que disfraza las palabras. Ese que no puede hacer una canción en sus totales asperezas. Tu lucidez, se la traga el whisky. Tus redundancias, “te estoy gritando a ti”, búscate una buena excusa para eso. Aunque mis pretensiones no aceptan de esas. Menos de ti.


Tus drogas, tu lista de nombres y palabras extrañas, tu información rebuscada, tus mujeres, tu lista de tormentos, tu sinceridad morbosa, tus malos chistes, tus dientes amarillos entre parches negros, tus travesías por los géneros, de tanta clase, tu cuerpo tan flaco y acabado, ya Joaquín, es suficiente, acábate de una vez. Completo, por favor.


Si siempre fuiste viejo.


A la admiración le sigue el robo, la imitación, después la competencia y luego, lo más bello, no aceptar que es imposible odiar.